Según la Real Academia de la
Lengua Española, una de las definiciones de crisis es “Juicio
que se hace de algo después de haberlo examinado cuidadosamente”. Lo cual implica dos conceptos positivos, a mi
parecer: el primero un análisis minucioso de un tema y el segundo una reflexión
profunda tras su análisis.
Impactantes fueron para su época,
y aún siguen siendo, las reflexiones de Archie L. Cochrane, sobre los servicios sanitarios del National Health Service.
En este magnífico libro, entre
otras muchas ideas innovadoras sobre cómo mejorar la gestión de los servicios
sanitarios, si me permiten voy a destacar las siguientes, y cito textualmente:
- “Es la implicación de consumidores informados (...) en las decisiones sanitarias lo que constituirá el mayor reto para los servicios sanitarios”.
- “Está clara la historia de la ineficiencia de la terapia médica desde punto de vista histórico (…). Se demuestra de manera muy clara cómo los factores ambientales solos han tenido importancia como causa de una mejora de las estadísticas vitales hasta final del siglo XX, y que la terapéutica tuvo pocos efectos sobre la morbilidad y la mortalidad. Por lo tanto, (…), se debería suponer siempre que un tratamiento es ineficaz, a no ser que haya pruebas de lo contrario. “
- “Se encontraban hechos que sugerían fuertemente un uso ineficiente de tratamientos eficaces y un uso considerable de tratamientos ineficaces”.
Centrémonos en aquellos pacientes crónicos pluripatológicos asintomáticos, que no se adhieren a los tratamientos. ¿Qué hacer con ellos? Producen un aumento del gasto, sufren con frecuencia efectos adversos y en más ocasiones de las que quisiéramos hay un empeoramiento de la relación médico-paciente.
No creo, que a día de hoy, 2012,
todos los tratamientos que ofrecemos a nuestros pacientes sean eficaces y
eficientes, según define estos conceptos A.L Cochrane. Es más ¿lo son los
protocolos y las guías clínicas? Aun siéndolos, ¿se pueden aplicar estos
protocolos a cada uno de nuestros pacientes individualmente sin cometer una
falacia ecológica?
.
Victor Montori, nos propone en este caos de nuevos fármacos
y tecnologías mezclado con recortes:
co-crear, desde lo que se llama Medicina Mínimamente Impertinente. Siguiendo la
línea de Cochrane, cree en el paciente activo e informado, con el que comparte la toma de decisiones. Dado que no estamos en posesión de la verdad, defiende
que lo más acertado es reorientar servicios sanitarios para conseguir los
objetivos del paciente, de manera que disminuya el trabajo que debe hacer el
paciente y su familia.
Combinar la evidencia científica al contexto del paciente.
Cito:”Es necesario diagnosticar la
capacidad y la carga de trabajo; entender cuáles son sus objetivos de vida y
sanitarios; priorizar las intervenciones más capaces de lograr estos objetivos;
e implementarlas de manera que causan mínima impertinencia en su vida. Porque
para ellos, perseguir y lograr sus sueños y cuidar de los suyos es una actividad
más importante que gastar el día cuidando de su salud”.
Sin duda todo un reto, un sueño. Una nueva forma de enriquecer la medicina.
¿Cómo llevarlo a la práctica? ¿Cómo podría ser un objetivo de mi unidad de gestión clínica? ¿Cómo incentivo a los médicos que lo hacen?
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