Crisis y esfuerzos de
reforma sanitaria en España: Una visión política
Los grandes cambios y revoluciones son generalmente
producto de “crisis” o problemas que nos permiten reflexionar errores y re-direccionar
acciones. Pasquino et al1 define
una crisis como “un momento de ruptura en el funcionamiento de un sistema, un
cambio cualitativo en sentido positivo o negativo” con diversas tipologías. Dentro
de estas, la crisis financiera es la que ha caracterizado más la figura de este
concepto como uno de los resultados
típicos del desequilibrio de mercados en el esquema global. Este tipo de crisis
se manifiesta por la incapacidad de generar fondos y sostener financieramente el
normal funcionamiento y provisión de los bienes públicos como educación, salud,
seguridad y bienestar que por ley el estado está en la obligación de proveer a
sus ciudadanos.
Así pues, la crisis que enfrenta
actualmente España es un espejo de esta realidad. Luego de una década de
bonanza, esta nación enfrenta hoy una gran contracción económica y una deflación
de los ingresos que pone en riesgo los avances logrados en su sistema de salud.
El sector sanitario, cuyo gasto representa más del 8.5%2 del PBI ha
acusado un recorte de fondos que demanda una urgente reforma en su organización
y gestión. En este contexto, se han identificado muchos problemas y
limitaciones que durante mucho tiempo fueron obviados o invisibilizados. Uno de
estos grandes problemas lo constituye la insostenibilidad de la gestión farmacéutica
donde se han sugerido reformas que exigen que los sistemas sanitarios
autonómicos se sometan voluntariamente a centralizar las compras farmacéuticas
e implementen un sistema de intercambio de información que permitan obtener
ahorros y negociar precios con los proveedores. Asimismo, se ha diseñado un
plan general de administración hasta el 2013 donde se establecen los mecanismos
que garanticen la calidad, innovación y la infraestructura tecnológica a los
actuales y futuros requerimientos de la población.
Del mismo modo, se exige el
establecimiento de mayores espacios de participación
de profesionales en la gestión, dirección y distribución de recursos. Puntualmente,
se espera que haya más cooperación de este sector ya que mucho del manejo de
los recursos depende del rendimiento profesional de los clínicos. Complementariamente
se requerirán otras medidas que ya de
por si vienen generando debate como son el copago, las alianzas público
privadas y la privatización total de servicios que se espera se definan en los
próximos meses. Conceptos como la Buena gobernanza (Good Governance), Nueva Gestión
Pública (New Public Management) y la Ética de Gestión ya aplicadas en reformas
estructurales realizadas en otros contextos ciertamente serán útiles para
consolidar el proceso actual.
Finalmente, el gran desafío no solo es
mantener el buen estándar y prestigio de salud ganados sino también “evitar la
fractura social”3 del país. La breve o prolongada persistencia del
problema será en definitiva la que juzgue si los líderes y la sociedad española
han sabido sacar el máximo provecho y lección de esta coyuntura.
Edgar
1. Cfr.Pasquino,
et al. Diccionario de Política. 11.ma ed. SIGLO XXI. México 1998; 391.
2. OECD HEALTH DATA 2008, versión junio. Datos
correspondientes a 2006.
3. Melnychuk RM, Kenny NP. Pandemic triage: the ethical
challenge. CMAJ. 2006;175:1393–4.
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